¿Cómo ayudar a tu hijo a tener autoestima? ¿Cuáles son las técnicas de diálogo para comunicarse con tu hijo adolescente? Tanto si eres padre como si eres profesor, sal de dudas ahora y descubre las 10 Consejos fundamentales para mantener motivado a tu hijo y poder comunicarte con el de manera natural.
La entrada de un niño/a en la adolescencia suele provocar cierto malestar en los padres: el niño/a dulce y tímido/a de ayer se convierte en un/a chico/a diferente, a veces huraño e incomprensible.
Esta fase de crecimiento trae consigo (inevitablemente) conflictos, relaciones agotadoras y discusiones por la conquista de «nuevos derechos» y mayor autonomía.
En estos años de ensayos y experimentación, los individuos viven su identidad con incertidumbre, tratando de entender cuáles son sus gustos, creencias y objetivos. Las reglas, los modelos, los valores que hasta entonces eran válidos, ahora ya no se aplican.
Nuestra misión en cada uno de estos artículos es la de orientaros en la aventura de la adolescencia, abarcando las diferentes vertientes y haciéndoos entender que esta fase es solo una más que se debe disfrutar y superar para llegar a ser un adulto completo.
En este grupo de edad, los adolescentes comunican sus sentimientos y emociones de formas que chocan categóricamente con la compresión y aceptación a los ojos de los padres, muchas veces acompañados por expresiones, modas, y formas generales de expresarse que varían en cada generación.
Estos aspectos generan conflictos en los padres que ya no saben cómo comportarse y se dan cuenta de que los métodos utilizados cuando eran niños ya no son funcionales.
El proceso de individuación en la adolescencia va acompañado de sentimientos de aislamiento, soledad y desorientación. La conciencia de que la infancia ha terminado crea, por un lado, el deseo de hacerse mayor para salir más, y por otro una sensación de presión y miedo.
La adolescencia se desenvuelve entre dos polaridades: la DEPENDENCIA y la AUTONOMÍA, a menudo plantea exigencias ambivalentes porque quiere ser protegido, pero a la vez independiente.
Este apartado va dirigido a padres particularmente pero también puede ser útil para otras personas que por ciertos motivos tengan un contacto constante con los adolescentes como por ejemplo: profesores o entrenadores deportivos.
Si: ¿Tu hijo/a es rebelde y no sabes que hacer? ¿Necesitas ayuda con tu hijo preadolescente? Aquí tienes artículos específicos sobre estos temas, si quieres leer los consejos que te hemos comentado sigue leyendo, al final te volvemos a dejar estos apartados.
Premisa. Cuando comunicamos es necesario transmitir -de la mejor manera posible- el mensaje a nuestro interlocutor. Lo mismo ocurre con los adultos, los padres en particular, que se relacionan con sus hijos adolescentes. Es importante encontrar las palabras adecuadas empatizar con las emociones para empezar a comunicarse.
Como adulto que se relaciona con un adolescente también debes ser un ejemplo o modelo de referencia, mantenerte motivado y tener tú mismo una buena autoestima.
10 Consejos clave para padres de adolescentes
Aquí te dejamos una pequeña guía de los consejos que mejor pueden funcionar a la hora de relacionarte con tu hijo o alumno, logrando con ello una comunicación más fluida y enriquecedora.
1. Ponte en su lugar, escúchale
La regla principal es ponerse en el lugar del adolescente y escucharle. En cuanto te pones en contacto con tu hijo, estás preparado para comunicarte con él y motivarle de la mejor manera posible. Cada situación o problema en la vida del adolescente requiere una cuidadosa evaluación por parte del adulto, concluye. Por otra parte, independientemente del tema en sí, es útil tener en mente una serie de principios que deben inspirar la práctica diaria de la «crianza«.
¿Cómo puedes ponerte en su lugar?
Para facilitar la tarea, trata de recordar cuando eras adolescente, cómo vivías tu relación con los estudios, tu relación con el sexo y todas las dificultades que viviste en esa época.
Si te quedas en la posición de adulto, las actitudes, historias o emociones de tu hijo pueden parecer triviales y tu hijo se sentirá poco comprendido. Concéntrese y escuche a su hijo/a, porque se está comunicando. Realiza una escucha activa.
¿Escucha activa?
- Resiste la tentación de criticar o juzgar en cuanto empiece a hablar.
- Observa su lenguaje corporal cuando aborda un tema concreto (cómo gesticula, si baja la mirada o no, etc., etc.)
- Memorizar los nombres de amigos y profesores, y las palabras que utiliza.
- Escuchar el tono de voz cuando se tratan temas concretos.
A veces basta con escuchar porque los demás nos comunican lo que quieren. Escuchar es esencial y verás que tu hijo se sentirá motivado para seguir en el camino hacia la edad adulta.
2. Hazte fan de tu hijo adolescente
En primer lugar, ¿Cómo debemos tratar a los adolescentes? Muchas veces los padres o los profesores tratan a los adolescentes como si fueran preadolescentes o incluso como si fueran niños.
Adulto joven OMS (Organización mundial de la salud)
«Los jóvenes son socios y colaboradores fundamentales por su fuerza inherente para crear el cambio. La OMS se ha comprometido a involucrar significativamente a los jóvenes en nuestro trabajo y a aplicar los objetivos de la juventud en nuestra planificación y acciones», dice la Sra. Diah Saminarsih, asesora de la OMS en materia de género y juventud.
Todo lo que quieren: es ser tratados como adultos. Habla con tu hijo o hija como si estuvieras hablando con un adulto y apoya las ideas que te proponga. Mantente cerca de él, trátalo como el hombre o la mujer en que se va a convertir.
Hay muchos ejemplos:
- Debate y pídele su opinión sobre cualquier cosa.
- Permitirle libertad de elección e independencia para cometer errores.
- Ofrézcale ayuda cuando lo considere absolutamente necesario.
- Ponte siempre a su disposición cuando necesite hablar.
3. Los errores son oportunidades.
Si tu hijo, uno de tus alumnos, te viene con una idea, un proyecto y crees que algo está mal, recuerda siempre apreciar su esfuerzo y evitar centrarte sólo en los errores.
Explícale cómo puede mejorar a partir de sus errores en lugar de regañarle.
«De los errores se aprende». Cuando usted y su hijo se enfrenten a un error, intenten imaginar nuevas soluciones y exploren juntos las consecuencias de las opciones.
Puede estimular el debate con las siguientes preguntas:
- ¿Por qué cree que ha ocurrido esto?
- ¿Cómo te sientes?
- ¿Qué cree que puedes hacer para mejorar en el futuro?
- y luego la pregunta más sencilla y a la vez más extraordinaria: «¿En qué puedo ayudarle?».
4. Orientalé hacia los objetivos
Guíe a tu hijo/a hacia sus objetivos. Cuando te relaciones con adolescentes siempre pide que se esfuercen por identificar objetivos. Focaliza la conversación en una oportunidad para encontrar el objetivo final.
¿Y si no hacen caso?
En primer lugar, evita los prejuicios sobre el hecho de que no te entiendan y esfuérzate por utilizar mejores técnicas para una comunicación eficaz. Algunos adolescentes darán una respuesta enseguida, otros la evitarán, lo importante es acostumbrarles a pensar en los objetivos a conseguir.
Los adolescentes todavía están buscando su camino en la vida y a menudo empiezan practicar una afición, a un deporte, que les apasiona por el puro placer del momento y no porque se quieran dedicar a ello, sin olvidar que en el futuro pueden cambiar de opinión. Ayúdale, aconsejale y si puedes practica sus aficiones.
Debes hablar con tu hijo, hacerle reflexionar sobre las opciones sin imponerle nada, lo único es ayudarle a identificar las cosas en las que realmente cree y apoyarle.
Relacionarse con los adolescentes es difícil, con estos consejos intentamos darte la base para construir una buena relación con tus hijos o alumnos y acompañarlos hacia el éxito personal.
5. Juegue al tira y afloja con su hijo
La imagen del juego del tira y afloja puede representar bien, en todas sus facetas, la relación padre-hijo en los años «turbulentos» de la adolescencia.
Esta metáfora, de hecho, puede ayudar a los padres a reflexionar sobre su actitud y cómo comportarse con su hijo en crecimiento.
Cuando el niño es pequeño, prefiere estar en el mismo lado que el adulto, en el «equipo», no tira de los hilos, sino que busca un aliado en el padre para afrontar su rutina diaria.
Sin embargo, cuando el niño entra en la escuela media, se desplaza al otro lado del campo y empieza a tirar de la cuerda para que el adulto entre en su territorio. Llegados a este punto, hay que lograr un equilibrio entre los actores: aquí está la verdadera lucha del padre que debe tirar de la cuerda con una fuerza bien meditada para cada situación individual.
- El padre fuerte que siempre tira de su lado. Con un potente tirón, cualquier adulto puede ganar (con bastante facilidad) en este juego, pero no es el mejor enfoque.
Obliga así a su hijo a ser sólo obediente, no le deja nunca jugar a su juego y, por tanto, ni siquiera llegar a ser un adulto. Ante tal comportamiento (el clásico: «¡No, por qué no y ya está!»; «¡Aquí mando yo!»; «¡Ni hablar!») por parte del adulto, el hijo reacciona incubando, poco a poco, la ira y la hostilidad. Además, entre las prohibiciones y reglas el niño no puede tomar experiencias (necesarias para crecer) y no construye un músculo emocional adecuado.
- El padre que suelta (inmediatamente) la cuerda. Si no es bueno tirar siempre de la cuerda con fuerza, la actitud contraria por parte del adulto es igualmente incorrecta: soltarla inmediatamente. De este modo, el niño tira y está perdido porque no hay nadie al otro lado para jugar con él. Gana, en definitiva, sin esfuerzo.
En consecuencia, el adolescente consigue la libertad de golpe, sin haberla conquistado paso a paso (tirando un poco de la cuerda). Esto es peligroso porque no está preparado para manejarlo.
Algunos hijos intentan hacer entender a sus padres que quizá sería buena idea poner un límite, incluir, de vez en cuando, algunas excepciones a la regla de la libertad absoluta.
Generalmente, el adulto que se ha dejado llevar de esta manera, no recoge la petición de ayuda del niño (que de alguna manera pide atención y quisiera ser «bloqueado»). Y, no por casualidad, cuando los problemas del niño se vuelven graves, estos padres dicen que nunca se dieron cuenta de nada.
- La tercera forma: tiras de la cuerda cuando lo necesitas. Un niño necesita un padre presente que sepa «estar en el juego» y que entienda cuando tira porque se enfrenta a un reto evolutivo».
En otras palabras, el padre debe estar disponible para jugar al juego con el niño, calibrando la fuerza con la que tira de la cuerda, durante todo el tiempo de su adolescencia (que no tiene un principio y un final bien definidos).
Por supuesto, este enfoque puede ser agotador para el adulto porque requiere atención y energía y la capacidad de implicarse. Este juego cambia delante de los ojos de los padres cada día, pero ayuda a tratar todos los aspectos de la vida de un/a adolescente hasta su edad adulta.
6. No cedas a todos los peticiones. Hay que negociar
Todo adolescente debe negociar (y por tanto, confrontar y discutir) con el adulto sus logros. Si los padres ceden a todo tipo de exigencias y lo dan todo de inmediato a los 12 años, sin poner limites, no habrá manera de hacerlo después.
Un ejemplo sería que nuestra hija (o hijo) que siempre ha venido con nosotros de vacaciones, pide a los 14 años ir sola con su novio/a; hay que tener cuidado. La razón es sencilla: un primer sí total por nuestra parte en el tema de las vacaciones a esta edad, sentará las bases para que a los 16 años no tenga nada más que negociar.
En este caso, pueden satisfacer las necesidades de su hijo/a, proponiendo soluciones alternativas y un poco «creativas» que ponen, sin embargo, en juego la petición original. ¿Cómo?
Una idea, por ejemplo, es invitar al chico a una semana de vacaciones junto a la familia, dejando luego a la pareja cierta libertad de maniobra (como salir por la noche solos a pasear, comer una pizza o bailar con otros amigos).
Incluso dejar que la hija se vaya unos días con su novio y sus padres podría ser un buen compromiso. Y, de nuevo, una posible alternativa es permitir que la hija vaya de excursión al colegio (donde, por supuesto, no están los padres, pero sí los profesores).
Básicamente, en la fase entre 12-15 años, es muy importante que haya «espacio» para hablar, discutir, negociar, cada petición.
Los jóvenes requieren hacer reaccionar a sus progenitores para compartir sus instantes difíciles, pero además para molestarlos. Provocándoles, aseguran que siguen preocupándose por ellos.
Pero, ¿significa esto que tu hijo tiene derecho a quedarse fuera hasta altas horas de la noche o a dar un portazo en su habitación? Tú decides qué palabras y acciones son inaceptables para ti. Reacciona cuando merezca la pena, así tu hijo adolescente sabrá dónde está la línea roja.
«En esta edad, el niño lo quiere todo inmediatamente, a menudo sobre la base de que ‘otros lo tienen y todos lo hacen’. Cuando el adolescente obtiene algo sólo para imitar a sus amigos o sobre la base de las solicitudes de consumo, el padre ha perdido completamente su papel.
7. Admitir el papel equivocado
Los adolescentes a veces disfrutan mucho burlándose de sus padres, señalando sus defectos o sus más mínimos errores.
Estos comentarios son difíciles de aceptar de la persona que te decía «eres la madre más hermosa del mundo».
Las cosas han cambiado. Aceptar que no estás de moda, que no compartes tus opiniones, es bueno para él o ella. «Los adolescentes quieren ser diferentes y son fáciles de criticar. Usted no es de su generación; él/ella necesita oírlo y sentirlo».
8. Respetar su intimidad
Aunque está claro que los padres deben establecer normas claras, no deben excederse tratando de regular todo lo que hacen y dicen. Esto puede llevar a una «revolución explosiva».
¡Ciertos temas, en especial el amor y la sexualidad, son delicados. Tu hijo joven tiene derecho a que se respete su intimidad, de esta forma que piensa en ello previo a hacer comentarios sobre su novio/a o de forzar una cita con el ginecólogo…
9. Dejar de intentar ser perfecto
Gestionar una crisis adolescente también consiste en reconocer que tienes derecho a no poder hacer nada, a no tener la actitud adecuada. Ser papás perfectos es casi imposible. Podría ser inclusive dramático.
Si tienes una imagen clara y preconcebida de cuál es tu papel, entonces serás bastante preciso, fuera de la verdad. Los padres cometen errores de adaptación y en este caso es mejor admitirlo ante el adolescente. Puedes decirle: “Escucha, hacemos lo que podemos, no entendemos todo, pero lo intentamos».
10. Recuerda que es una aventura
Para el 80% de los adolescentes, la crisis de la adolescencia va bien. Sólo el 20% está en peligro. Tenga en cuenta que esta fase se resolverá rápidamente y no imagine lo peor.
Sin embargo, si su hijo acumula varios síntomas (fracaso escolar + tristeza + retraimiento), es importante consultar a profesionales para evitar que la situación empeore.